Skye, Marshall, Rocky, ¡al centro de mando! Si tenéis hijos, sobrinos o amigos con hijos, os sonarán estas palabras. Sí, pertenecen a la archiconocida serie infantil La Patrulla Canina.
Soy madre y tengo una hija de casi 7 años y un hijo de 4. Por lo tanto, he visto muchos capítulos de La Patrulla Canina. Pero, no solo he visto muchos capítulos, sino que cada capítulo de cada temporada lo he visto muchas veces. Ya sabéis que los niños pueden ver el mismo capítulo o la misma película en un bucle sin fin…
No obstante, a pesar de eso, confieso que hasta hace muy poco era incapaz de recordar el nombre de cada uno de esos perritos —enseguida te contaré cómo logré aprendérmelos—. Pero es que, además de no recordar el nombre de cada protagonista, tampoco me había aprendido el color al que va asociado cada uno. Bueno, sí, el de la perrita Skye es el rosa, pero ese es otro debate.
¿Cómo afecta este hecho a mi vida diaria? Pues confieso que esta mala memoria me ha llevado a ser objeto de burla en mi hogar. Mis hijos no podían creerse que fuera incapaz de recordar el nombre de sus amiguitos caninos, que me tuvieran que repetir por enésima vez que Rocky es el verde —¿es el verde?—, que el pijama de mi hija es el de Rubble y el de su hermano, el de Marshall.
La explicación que necesitaba

Andábamos mi familia yo un tanto preocupados por este tema cuando, leyendo el maravilloso libro ¿Cómo aprendemos? Una aproximación al aprendizaje y la enseñanza, de Héctor Ruiz, se me encendió la bombilla. Héctor comparte este ejemplo:
Dibuje, de memoria, un billete de 10 euros.
La mayoría de las personas que han visto un billete de 10 euros multitud de veces no son capaces de dibujar más que dos o tres detalles correctamente. Su respuesta, al no poder hacerlo mejor, suele ser: «lo he visto centenares de veces pero nunca me he fijado».
Ruiz, 2020
¡Es justo lo que a mí me pasaba con los nombres y colores de los perritos! Y es que, tal y como dice el autor «[…] ver o escuchar algo, incluso repetidas veces, no implica que vayamos a recordarlo bien».
Aprendemos con la memoria
Nuestras experiencias sensoriales, percepciones y acciones modifican nuestro cerebro continuamente, y determinan así lo que posteriormente seremos capaces de percibir, recordar, entender y hacer. Esta propiedad de nuestro cerebro es lo que se denomina memoria.
Ruiz, 2020
En otras palabras: aprendemos con la memoria.
Pero, ¿cómo funciona la memoria? Ruiz explica con claridad y con ejemplos muy ilustrativos los diferentes tipos de memoria de los que disponemos:
- memoria sensorial,
- memoria a corto plazo (o memoria de trabajo)
- y memoria a largo plazo.
Gracias a su excelente explicación, entendí que era incapaz de recordar el nombre de los caninos y sus colores porque no había incorporado este conocimiento a mi memoria a largo plazo. En otras palabras, no podía recuperar esta información que he percibido previamente (tantas y tantas veces).
La importancia de conectar y pensar las palabras
Una vez detectada la causa de mi “mala memoria”, no podía quedarme ahí. Mi reputación y dignidad como madre estaban en juego. Así que seguí leyendo a Ruiz para ver si me daba la solución. Y, como era de esperar, me la dio.
Ruiz dedica el capítulo 2.2 a explicarnos cómo funciona la memoria y nos traslada la importancia que tiene conectar el objeto de aprendizaje con nuestros conocimientos previos. Es decir, «aprendemos conectando la nueva información a nuestros conocimientos previos» porque, en caso contrario, nos resultaría muy difícil recordarla.
Entendido. Tenía que conectar de alguna manera los nombres y colores de esos perritos con mis conocimientos previos. ¿Cómo? Pues estableciendo conexiones de tipo semántico, es decir, «estableciendo relaciones de significado que surgen de la experiencia, cuando apreciamos que el objeto de aprendizaje comparte propiedades, contextos o relaciones de causa-efecto, entre otras, con nuestros conocimientos previos».
Me puse, pues, manos a la obra. Y estas son algunas de las conexiones que crée para resolver mi problema canino:
- El perro naranja se llama Zuma. El zumo de naranja es naranja. Zuma y zumo se parecen.
- Chase es el perro azul. Chase significa persecución en inglés. La policía, a veces, persigue. La policía, en algunos sitios, va de azul.
Estas son las relaciones de significado que yo creé entre mi objeto de aprendizaje (los nombres y colores de los perritos) con mis conocimientos previos (gastronómicos, lingüísticos, etc.). No dudo de que otra persona pudiera crear conexiones de otro tipo; para gustos (y conexiones), colores.
De La Patrulla Canina al aula
El libro ¿Cómo aprendemos? Una aproximación al aprendizaje y la enseñanza no solo me ha ayudado en mi papel de madre, sino que me ha hecho reflexionar como profesora de español.
En su libro, Ruiz insiste en que, cuanto mayores sean las relaciones que establezcamos con nuestros conocimientos previos, al reflexionar sobre el objeto de aprendizaje, más sólida será su asimilación.
Precisamente, esta es la base del denominado aprendizaje activo. Es decir, el aprendizaje donde «el estudiante busca activamente el significado del objeto de aprendizaje, tratando de relacionarlo con sus conocimientos previos, reflexionando sobre sus consecuencias respecto a lo que ya sabe». En palabras de Prince (2004), el aprendizaje activo incluye cualquier experiencia de aprendizaje en la que el estudiante piensa activamente sobre el objeto de aprendizaje, buscándole significado y contrastándolo con sus conocimientos previos.

Como es obvio, todo esto tiene muchísimas aplicaciones en el aula. Pero, de momento, yo me he quedado en cómo trasladar las ideas de Ruiz a la creación de materiales relacionados con el aprendizaje del léxico. Y, en concreto, en la idea de que es fundamental llevar al aula actividades donde el estudiante tenga la oportunidad de pensar, reflexionar sobre las palabras que quiere aprender y de conectarlas con sus conocimientos previos.
Para ello, es interesante proponer actividades que tengan en cuenta diferentes dimensiones de las palabras:
- cómo suenan,
- cuál es su morfología,
- qué significan,
- con qué otras palabras se combinan,
- cuál es su traducción,
- qué valor discursivo tienen,
- qué asociaciones culturales comportan,
- etc.
Cuanto más piense y reflexione el estudiante sobre las palabras, más sólida será su asimilación.
Para ver ejemplos de actividades que trabajan en esta línea, te invito a leer este artículo de Estaire (2007). Estoy segura de que sacarás muchas ideas para tus clases.
Por mi parte, yo ya estoy más tranquila. La próxima vez que La Patrulla Canina salga a relucir, dejaré a mis hijos con la boca abierta. La pena (más bien alegría) es que Harry Potter está tomando el mando y La patrulla Canina está dejando de ser trending topic en mi casa. Habrá que darse prisa para alardear de buena memoria.
Bibliografía
Estaire, S. (2007). Tareas para reciclar el léxico y ampliar sus redes asociativas. Acta del Programa de Formación para Profesorado de Español como Lengua Extranjera 2003-2008. Instituto Cervantes.
Prince, M. (2004). Does active learning work? A review of the research. Journal of engineering education, 93(3), 223-231.
Ruiz Martin, H. (2020). ¿Cómo aprendemos? Una aproximación al aprendizaje y la enseñanza. Barcelona, España. Graó.
Fotografías: Ana Aristu y John Barkiple.